De Beyoncé a Neil Rodgers, Doja Cat o Bootsy Collins, el mundo de la música y el universo de la radio lloran desconsolados ante la inesperada partida de Michael Eugene Archer, más conocido como D’Angelo, a los 51 años, tras una lucha privada contra el cáncer de páncreas, confirmada por su familia a la revista Variety. Mientras el periodista Marc Lamont Hill y figuras como DJ Premier expresaban su conmoción, el legado del virginiano se erige, inmenso, con solo tres álbumes, todos ellos considerados clásicos atemporales. Su debut, ‘Brown Sugar’ (1995), no solo definió el sonido del neo soul sino que anunció la llegada de un visionario cuya voz y fusión de góspel, funk y jazz eran únicas. Pero sería ‘Voodoo’ (2000), cinco años después, el proyecto que lo consagraría como un titán del género, llevándose dos Grammys gracias a la hipnótica ‘Untitled (How Does It Feel)’ y al conjunto del disco. Tras un silencio de casi quince años, su regreso fue un terremoto: ‘Black Messiah’ (2014), adelantado como respuesta urgente a las protestas de Black Lives Matter, demostró que su genio creativo y su conciencia social permanecían intactos. Con la colaboración de leyendas como Questlove y Roy Hargrove, el álbum era una obra maestra de funk psicodélico y protesta, coronada con otro Grammy por ‘Really Love’. D’Angelo se marcha, pero su "azúcar morena" y su "magia" permanecen, influyendo a cada nueva generación que descubre el poder de su música y muy especialmente de su voz, dulce y aterciopelada, en algún lugar entre Curtis Mayfield, Prince, Sade y Marvin Gaye, pero siempre única y eternamente inmortal.