Esta semana el multimillonario Bill Gates anunciaba que desheredaba a sus hijos. Y no es que fuera una mala noticia para ellos, más bien es una decisión racional y positiva para sus descendientes, pues suele ser normal que a los ricos le salgan los hijos muy rebeldes, cuando lo tienen todo, aquejados de un nihilismo que incluso puede llevar a acabar con ellos. Ya lo hemos visto en todas las latitudes, de Jethro Lazenby a Chet Hanks, Hunter Biden, Stephanie Bon Jovi, Cameron Douglas, Bobbi Christina... Y en España, desde la Familia Real (Froilán de todos los Santos) a los hijos de Isabel Pantoja o la Rociíto de Rocío Jurado, todo un cristo al que ahora hay que sumar el de Emily Stefan, la hija díscola de la cantante de Miami Gloria Estefan que, si no tuvo suficiente con declararse lesbiana a su madre (noticia que se vivió como un auténtico martirio en su conservador entorno) ahora atraviesa un momento turbulento y alejado de los focos y el glamour al que está acostumbrada la familia. El origen del problema no es otro que su pareja de casi una década, Gemeny Hernández, quien ha pasado de ser su compañera de vida y proyectos a ser la protagonista de un grave incidente de agresión.
El hogar que ambas compartían en Miami se convirtió en el escenario de una violenta discusión. Según los informes policiales, la pelea estalló por el teléfono móvil de Emily. La situación escaló hasta el punto de que Hernández, en un forcejeo, golpeó a Emily en la cabeza con el propio dispositivo. Las consecuencias de la agresión fueron visibles: la hija de Estefan amaneció con el ojo izquierdo amoratado y marcada con rasguños en el cuello, lesiones que los agentes documentaron tras la llamada de auxilio de Emily.
Este violento altercado ha destapado una crisis en la vida de la joven Estefan, provocándole no solo daños físicos, sino también un conflicto personal y familiar. A pesar de la gravedad de los hechos, Emily se ha mostrado públicamente contraria a que se imponga una orden de alejamiento contra Hernández, declarando en el juzgado que la quiere y que no merece estar en la cárcel. Esta postura, sin embargo, contrasta con la crudeza de los cargos presentados: robo con fuerza y agresión.
El incidente ha puesto un foco no deseado sobre los problemas personales de la hija díscola de Gloria Estefan, quien junto a su esposo, Emilio, ha preferido guardar silencio ante la situación. Mientras la familia lidia de forma privada con este episodio, la imagen pública de Emily, conocida por seguir los pasos artísticos de sus padres, se ve ahora empañada por una relación que ha dado un giro peligroso y violento, demostrando que los problemas no entienden de apellidos famosos.